Sujñani Sokei
•13 Octubre 2024
A los involuntarios participantes de la ignorancia y la psicosis de las masas cuando despedazan la vida de los que no conocen los invitamos a pensar como individuos primero y no dejarse llevar por lo que otros dicen. A los jueces que no conocen la justicia les avisamos que ya no será fácil juzgar a inocentes y salir liberados de tal crimen.
A los jueces que no conocen la justicia les avisamos que ya no será fácil juzgar a inocentes y salir liberados de tal crimen.
A los verdugos de otros y de su propia existencia, los compadecemos con sinceridad, porque no necesitarán que alguien los detenga, ya que como el pez, estos siempre mueren por su propia boca.
Critica,-criticar, critico, es la observación que tiene como fin el señalar los dones o defectos, los errores o aciertos, las fallas o los éxitos de una persona, empresa, obra, etc. Sin embargo, los que en nuestra sociedad han establecido la costumbre de criticar, buscan solo señalar un lado de aquello que critican, siendo este, por lo general el de los supuestos errores, faltas, fallas o defectos.
La crítica es una enfermedad social, es una de las endemias que aquejan a la humanidad desde hace cientos o quizás miles de años sin que nadie haya hecho ningún diagnóstico honesto y oportuno.
La crítica es el primer paso a la demencia, al conflicto, a la guerra, a la discordia, a la enemistad y a la violencia. Con mucha frecuencia, la crítica separa a familias enteras, a amigos de toda la vida. El peor enemigo de la unidad de una congregación, de una empresa, de una escuela, de una colonia o vecindad es y ha sido desde hace cientos de años la crítica enfermiza de algunas personas. Los mayores problemas de este mundo empezaron por la crítica de quienes con envidia contemplaron el éxito, el triunfo o simplemente el bien y la felicidad de otros.
La crítica es una enfermedad tan grave como el alcoholismo, solo que los síntomas varían entre estas. En la crítica, los primeros síntomas de la enfermedad son la necesidad de criticar sin importar a quien o por qué razón. Pero si existe alguna razón, mucho mejor se sentirá el enfermo, ya que al criticar sentirá alguna forma de alivio (temporal, desde luego) y un extraño placer nervioso.
Cuando la enfermedad se ha hecho crónica se llega a sentir euforia y satisfacción, pues los que critican llegan a creer que su crítica está dañando la imagen de lo criticado.
Otro síntoma inequívoco de la enfermedad es el coraje que siente quien no se ve apoyado por los presentes o los que estaban en el lugar equivocado en el peor momento y arremete contra ellos del mismo modo.
Otro síntoma es la negación de que "Yo no critico nomás porque sí, ya que es la pura verdad según me dijeron." El enfermo negará su enfermedad con todas las justificaciones, por lo que es mucho más difícil ayudarle. Criticará diciendo que son solo comentarios, buscará todas las formas para hacer llegar su mensaje de mala voluntad.
La etapa grave puede causar graves riesgos para el enfermo y para sus seres amados, exponiéndose y exponiendo la seguridad de los demás, pero ya no parece importarle tanto su seguridad o la de los suyos. Lo que desea por encima de todo es hacer daño o que alguien pague por lo que cree que es la razón de sus males. Además de esto, sigue una lista interminable de efectos secundarios o tardíos de la enfermedad, como son el abandono, la soledad, la agresión, la total pérdida de la dignidad, el daño psicológico propio y el de quienes están cerca. Es en esta etapa cuando la demencia suele ganar terreno y el enfermo vitupera, miente, inventa, planea cómo hablar y dañar a quienes se opongan a sus ideas o deseos, manipula a casi todo el que le quiere, busca alianzas para desbordar su terrible frustración, llegando a confabular daños físicos o materiales para otros sin el menor remordimiento, o la menor consideración.
La enfermedad de la crítica es muy contagiosa, como lo son las enfermedades virulentas. La diferencia es que una enfermedad virulenta pasa y se olvida después de unos días, pero la enfermedad de la crítica la mayor parte de las veces no tiene remedio y solo termina con la muerte del enfermo. Porque la crítica es también un veneno que de pronto sabe a elocuencia, a conocimiento de la causa justa, a una amistosa advertencia, y no faltará quienes piensen que así se hacen las amistades. Pero más tarde que temprano, la crítica se convierte en vergüenza, en pena por el daño hecho, en enfermedad física y mental, en mal olor de boca, y en veneno que se riega en la mente y corazón de los demás. Con tristeza cabe decir que las mayores víctimas de tal veneno son las mentes inocentes de niños y jóvenes, y de alguno que otro ingenuo que no se da cuenta que esta amistad que de todos le habla mal, también lo hace de su persona.
Cuando decimos crítica, hemos utilizado una palabra casi neutra ya que esta no expresa lo grave del evento. Pero qué apropiada le vendría la palabra mal-decir; resulta mucho más claro que el que no sabe hablar, mal-habla, y el que no dice nada bueno solo sabe mal-decir. El que mal-dice tendrá que enfrentarse a sus mentiras y tomar lo que le corresponde de la maldición de su boca.
Critica, por lo general, el que nunca ha hecho nada bueno o mejor, y no porque no quiera, sino porque no puede o no sabe cómo. Pero sin duda, critica el que teme ser descubierto, y para lograr pasar sin ser descubierto, por lo general criticará a otros de ser o hacer lo que él mismo es o hace, pues es muy fácil entender que un ladrón reconoce a otro a primera vista y si no está seguro, sospechará de todos, todo el tiempo. Bien dice el dicho "El león a todos cree de su condición".
Pero viendo la crítica solo como un vicio social y sin alarmarnos, no podríamos negar que los mejores críticos son los peores actores. Que criticar es fácil, pues no se requiere más que una visión mediocre de lo que solo se observa sin entenderlo o saberlo hacer. Los que critican son, por lo general, personas cobardes y ventajosas que se esconden para hablar de otros en su ausencia. El que critica, por lo general, miente, ya que si tuviera la verdad no criticaría, sino actuaría en justicia.
Los seres de buena voluntad también critican, pero la gran diferencia es que ellos critican con el corazón dispuesto y comprometido a enseñar o a ayudar a corregir o a mejorar lo criticado.
La crítica sana, como se dice, nunca se hace con terceras personas a espaldas del criticado, siempre se hace de frente y con el corazón en la mano. De esta forma, es crítica sana o constructiva. De lo contrario, es mala voluntad, cobardía, falsedad e hipocresía que dejará contemplar en la persona que critica y en la que acepta escuchar vituperios en contra de otras, a mentes cegadas por la decepción, por el temor y peor aún por el desprecio que sienten por ellas mismas al ser lo que son. Basta ya de seguir hundiendo nuestra vida en el pantano de la inconsciencia, que ya no somos niños para seguir peleando por tonterías y por no entender que el mundo entero es nuestra casa y la humanidad nuestra familia, y que esta casa se está cayendo y esta familia, nuestra familia humana está muriendo sin conocer la paz, la justicia, la libertad y el milagro de la vida.
Por inconsciencia, y por siempre repetir lo que otros hacen sin pensar si es o no lo mejor para nuestra vida. El mundo y la conciencia social nos ha enseñado a mentir y criticar y a dañar a quienes nos estorben.
Todos, cuando no evitamos hacer críticas y cuando aceptamos escuchar la crítica contra otros. Cuando criticamos a otros enfrente de los niños, cuando aceptamos escuchar la acusación de mala voluntad sin exigir que se compruebe lo que se está diciendo o que no se diga nada. Los medios parecen favorecer la crítica en razón de competir contra otros, parece que tienen el propósito fomentar las diferencias en lugar de contemplar las similitudes entre los seres humanos.
Un problema tras otro en todos los ámbitos de la vida y de la sociedad y las secuelas posteriores. Problemas laborales, conflictos familiares, pérdida de amistades, agresión verbal, violencia física y en muchos casos la muerte de los participantes.
Tomando conciencia de que la crítica es una enfermedad que a tiempo se puede curar, dando el ejemplo a los jóvenes, siendo honestos, hablando la verdad, y sobre todo reflexionando sobre el daño que produce en todos los afectados por esta mala costumbre.
Se necesita ayuda profesional. Pero puede ayudar si usted está enfermo el que busque y observe bien las actitudes de las personas honestas, de buena voluntad, libres de complejos de inferioridad, para que los tome de inspiración.
Es cuando ante otro u otros se señalan, se exponen o mencionan los defectos, errores o faltas reales o supuestas de la persona o personas. Para el lenguaje de la mente se acusa solo al actor (el ser, la vida).
Reflexión: Acusar es aceptar y sostener que hay maldad en el alma y corazón de otra persona. Acusa el que no ha podido entender su propia vida. Acusa el que teme ser como el otro. Acusar es atacar y para muchos es la mejor forma de defensa. Quien acusa a otro y lo llama culpable, cree liberarse de sus propias faltas. Quien acusa siempre teme. Quien teme no ama. Quien no ama vuelve a acusar y su vida es un temor constante a las consecuencias. Quien acusa ha creado una medida con la cual se juzgará a sí mismo más adelante.
En el mundo, por lo general quien juzga no busca descubrir si hay verdad o mentira en su juicio. Al juzgar no se tiene en cuenta las razones que condujeron al acto, acción, falla, error, etc. más que la perspectiva desde la cual se lleva a cabo el juicio y con la cual se interpreta la gravedad y alcance de las supuestas faltas, fallas, errores y defectos. Para el lenguaje de la mente se juzgan los actos (acciones, hechos, actitudes).
Reflexión: El que juzga los actos de otro se propone a sí mismo capaz de hacerlos mejor. El que juzga por lo general ignora. Juzgar es inútil, no se puede juzgar más que al pasado y el presente requiere de actos congruentes con el valor de la vida. El que juzga pierde su tiempo pues no hay juicio que dé ganancias excepto a los juzgados, jueces y abogados, los demás nunca pasarán de ser solo juzgones (sin juicio). Lo peor del caso es que los que juzgan nunca han entendido aquello que juzgan, porque de entenderlo no perderían su tiempo y menos a sus clientes, ya que muchos de ellos por ver si era cierto el juicio hecho, quedaron convencidos de cambiar el pasatiempo de juzgar por otro más redituable.
Es la actitud más triste a la que se puede llegar, ya que al condenar hemos levantado una sentencia, una orden ante nuestra mente en contra de tal persona. Condenar es doloroso para quien hemos condenado pero tal vez mucho más para nosotros mismos sin darnos cuenta. Condenar a otro es cerrar las puertas de una futura oportunidad y contemplarlo como un recuerdo o una idea que ha quedado congelada o petrificada en el tiempo. Es sostener un recuerdo triste e indeseable de la persona sin permitirle expresarse. Condenar es enterrar a una persona viva, pues solo sostenemos un recuerdo de ella.
Reflexión: Una Historia que ilustra "Crítica Inocente". Habiendo criticado a esta persona en nuestra mente, se nos hizo fácil pensar en voz alta durante la fiesta, cuando de pronto nos sorprendió una acusación que alguien levantó de la misma persona y antes de pensarlo dos veces, había juicio en la boca de todos los presentes aun sin conocer al enjuiciado. Y nos dijimos a nosotros mismos, somos inocentes, pues solo criticamos constructivamente, nunca levantamos acusación o juicio. Pero ya no importa, todo ha sido tan rápido que se condenó a esta persona esa misma noche antes de que llegara a la fiesta. Sin saber hacia dónde huir, tuve que rogar en oración silenciosa que nadie hablara y gracias a Dios nadie habló. Pero de nada nos sirvió el silencio. El novio de mi sobrina llegó por fin con una gran sonrisa a la que nadie contestó, dos o tres invitados se pusieron en guardia y le advirtieron no querer pasarse de listo, su falta de respeto enfureció a otros. Llegó contento a su fiesta de boda con mi sobrina y nadie lo notó. El ambiente se cargó de reclamos e insultos y aquello terminó en minutos con muchos heridos no graves.
Pero todo nació de una “crítica sana” de que por sus nervios antes de la boda, se lió a golpes con varios amigos de la infancia en 3 fiestas de despedida. ¿Cuándo íbamos a pensar que terminaría todo de tan lamentable forma? La verdad es que nuestra crítica sana se convirtió en condena para el novio de mi sobrina y para mí.
Condenarlo es lo que hicimos con este pobre muchacho, pues nadie vio su buena presencia ya calmado de sus nervios, nadie tomó en cuenta su gran sonrisa al llegar. Lo que todos contemplaron fue una memoria nacida de la crítica, así que ahí estaba un bravucón, peleonero y aguafiestas que llegó dándose de muy campeón. Y hasta hoy, 5 años después, quien se lo encuentra en la calle le saca la vuelta, pero eso no es todo. Yo tengo prohibido visitar a mi prima en su casa, porque su esposo me considera una persona indeseable, que critica sin sentido, que acusa deshonestamente, que juzga sin comprensión y que lo condenó a ser una persona que no desea ser ante otros.
Y él me ha condenado también a ser la persona que no soy realmente, pues cuando me encuentra no me permite expresar lo que soy y deseo compartir con mi familia. De mí solo tiene un recuerdo que me hace sentir vergüenza. Cuando uno juzga o critica lo que recuerda de otros, los ha condenado a ser lo que no desean ser. Y esto es lo más triste para la comunicación entre los seres, pues deseando estar cerca, un condenado recuerdo nos separa.
Te invitamos a reflexionar sobre esto que has leído, recordándote que cuando la crítica empieza es el mejor momento para detenerla. Si criticas por costumbre, lo haces por no tener mejor tema. Pero aun así, tu crítica inocente puede lastimarte o traer sobre ti mismo vergüenza.
Para los que con mala voluntad (voluntad enfermiza) desean hacer daño (enfermar) a otros, esta es una sincera advertencia. Que toda crítica que busca dañar es injusta, y tal injusticia destruye el basamento de la sabiduría propia y conduce sin duda al triste y vergonzoso estado de fracaso, de culpabilidad y de inmerecimiento. Es triste pensar que los aspirantes sinceros puedan fracasar en su deseo de realizar su Despertar Espiritual genuino, por razón de otro deseo mucho menos digno como es el querer dañar a otros por injustas razones. Pues este es el resultado de quien no puede entender que más tarde o más temprano, todos encontramos tropiezo o caída a nuestro paso con los mismos obstáculos que pusimos en el camino de nuestros hermanos.
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